Los latidos deLocana, un municipio dePiamonte, Italia, no tienen la intensidad de otros siglos. Este pueblo respira pureza por los cuatro costados gracias a lasnevadas montañas que lo flanqueany que en los días claros forjan la lejana estampa desdeTurín, ubicado a 45 kilómetros de distancia.En los albores del siglo XX, las calles de esta villa eran habitadas por7,000 personas mientras que en 2019 el censo es de 1,500 vecinos. La media de los últimos años es de10 nacimientos por cada 40 fallecimientos, y si a esto se le suma el éxodo de los jóvenes atraídos por las grandes ciudades y sus posibilidades,las cuentas para mantener el pueblo vivo no salen.
Giovanni Mattietes el alcalde deLocanay ante la debacle de la población ha tomado una medida que está dando la vuelta al mundo.Ofrece 9 mil euros (10,200 dólaresa las familias que se establezcan en el pueblo. Los pagos se fraccionarían en tres años y la única condición es que los candidatos tengan unos ingresos anuales de 6 mil euros (6,888 dólares) y un hijo como mínimo. En un principio esta oferta estaba dirigida a italianos o extranjeros residentes en el país transalpino, sin embargo, ante la poca respuesta,Mattiet decidió extenderlo a familias de cualquier país.“Nuestro colegio afronta el riesgo de cierre debido a que tenemos pocos alumnos.No puedo permitir que esto ocurra. Ofrecemos un estilo de vida saludable, buena comida y tradiciones todo el año”, argumentó Mattiet aCNN.
El éxodo de Locana es un calco de lo vivido encentenares de pueblos y aldeas de otros países. Ya en 1988, el escritor españolJulio Llamazaresretrató en su novela,‘La lluvia amarilla’, la decadencia de un pueblo situado en elPirineo aragonés. La historia de villas mágicas ubicadas en zonas montañosas e inhóspitas donde solo quedan casas de piedras erguidassin más eco que el del vientoes una constante, sin embargo, la iniciativa de Mattiet no es la única.